miércoles, 30 de octubre de 2013

SPARTACUS, UN JUEGO DE SANGRE Y TRAICIÓN





EL LOBO JUGADOR (mis opiniones acerca de juegos de mesa)

SPARTACUS, UN JUEGO DE SANGRE Y TRAICIÓN.



            El título ya lo dice todo. Nos encontramos con un juego donde las puñaladas traperas, las conspiraciones, los envenenamientos y las luchas sangrientas en la arena entre gladiadores y ludus rivales lo es todo para alzarse con la victoria.
            Juego de la marca DEVIR, creado por Aaron Dill, John Kovaleski y Sean Sweigart, que no son muy conocidos en estos haberes, me ha supuesto una agradable, y sangrienta, sorpresa en cuanto a temática de juegos de mesa. Lo cierto es que combina varias fases interesantes en cada ronda de juego, desde las típicas cartas con conspiraciones varias, pasando por pujas a los chinos (sí, habéis leído bien, a los chinos como toda la vida), subastas, compra y venta de todo en el mercado (incluidas las personas) para llegar al deslumbrante final en la arena donde los gladiadores se machacan concienzudamente hasta dejarlo todo hecho una porquería con tanta sangre y restos humanos.


            Para cuatro jugadores, la duración del juego puede variar dependiendo del número de influencia con que empiecen los jugadores (la influencia es lo que te da la victoria). Por media, cada partida puede durar entre hora y media y dos horas de completa emoción y traiciones.
            Se inicia el turno con cada jugador colocando sus esclavos, gladiadores y cartas de Intriga, preparando sus casas y pensando en cómo putear al de al lado, o ayudarle en su pronto beneficio, y evitar que a uno le arruinen los rivales. Tras jugar la fase de Intriga, que es la que le da todo el picante al juego, se pasa al mercado, con la subasta en plan chino, y después se subasta ser Anfitrión en los juegos. Una vez que se ha decidido quién es el Anfitrión, pasamos al plato fuerte del juego: los combates en la arena.
            Basado en la popular serie de televisión “Spartacus”, el juego reúne el mismo espíritu que podemos contemplar en la serie: sangre, vísceras, combates, rivalidad, puterío, traiciones… Y todo eso se lleva al juego, donde los jugadores compiten entre ellos no sólo para alzarse con la victoria sino para ver quién es el que más conspira, apuñala y traiciona, porque en este juego todo vale, todo se compra y vende y nada es sagrado; excepto la gloria ganada en la arena.

Lo peor. La mala calidad de algunos de los componentes del juego. En este caso, podrían haber puesto las monedas (importantísimas en el devenir del juego) de otro material no tan endeble como es el cartón cutre. Quizás de plástico o madera hubiera sido mejor, dado que las monedas hay que tenerlas en las manos ocultas durante las numerosas subastas (recordad que es a los chinos). Dado los sudores que a más de uno nos entra en dichas subastas, o porque algunos son muy guarretes, ¿eh?, poner las susodichas monedas de cartón no ha sido una buena idea.
            Otro detalle negativo es que no es para todo el mundo Spartacus,  puesto que es un juego para mentes taimadas, malévolas y dispuestas a todo. Vamos, como seas un ingenuo y vayas en plan “podemos ser amigos”, te van a machacar, deglutir, escupir y después tirarse a todas tus esclavas mientras se beben tu vino. O sea, que juego para degenerados como mi menda.

Lo mejor. Sin ser un juego excesivamente brillante en su concepto, lo es cuanto a la originalidad de la temática planteada y la forma en la que se llevan los turnos. Para empezar, y esto es muy importante, todos los jugadores comienzan la partida en igualdad de condiciones, aunque cada ludus posea unas características especiales, y el factor suerte, aunque existe,  no es del todo determinante en el proceso de alzarse con la victoria.
            El asunto de las subastas a los chinos es bastante gracioso y suele conducir a risas, chanzas y odios mal encarados entre los jugadores, pero es un puntazo que le da mucha gracia al juego. Pero lo verdaderamente motivador es la fase de Intriga y la de combate en la arena. En la fase de Intriga es donde surge la malevolencia de cada jugador y donde unos y otros se atizan sin piedad, captando verdaderamente el espíritu de la serie de televisión. En cuanto a la fase de combates, nos encontramos ante el momento álgido del juego, donde los gladiadores combaten para mayor gloria de Roma y de sus domine (dominus en singular).
            Los combates son fáciles, sencillos y aunque se rigen por los dados (el maldito azar), lo cierto es que las características y habilidades de cada gladiador (junto con el equipo) es lo que domina y da la victoria en la lucha. Es muy fácil ganar con Espartaco en la mesa que no con un gladiador de inicio que no deja de ser carne de cañón.
            Las cuatro miniaturas que entran en la caja son chulas y de buen detalle, siendo pintadas quedarían espectaculares. También se agradece (aunque es lo fácil, claro), que hayan puesto en las cartas y cartones de los ludus fotografías de la serie de televisión.

            Spartacus no es un juego para andar con él todos los días. Siendo muy divertido, es de esos juegos con los que se corre el riesgo de “quemarse” si se abusa de él. Como consejo, diría que es para jugar entre amigos cada equis tiempo, echarse unas risas y no tomárselo nada en serio. Porque como se tome en serio, ya aviso que jugando a Spartacus las amistades se pueden romper, las parejas quebrar y los culos petar. Avisado quedas.

Carlos el lobo.

Nota final: existe una ampliación con nuevas facciones y para seis jugadores, pero está, de momento, en inglés. En cuanto juegue a ella ya os diré.